4 pasos para el ahorro energético en tu vivienda

Sigue los 4 pasos de esta pequeña guía para conseguir un ahorro energético en tu vivienda, pero sin que esto se traduzca en una disminución de la calidad de vida. En España, más del 40% del consumo total de energía se produce en las viviendas. Un principio fundamental, la Energía que menos contamina es la que no se consume.

1º Conocer el entorno de la vivienda

La orientación sur recibe sol durante todo el día, lo contrario que la orientación norte. La orientación este lo recibe por la mañana, y la oeste por la tarde. Es importante el entorno por los obstáculos que pueden suponer los árboles u otras viviendas para la incidencia de la luz solar en nuestra vivienda.

2º Características de la propia vivienda y su uso

Tipo de aislamiento, tipo de carpinterías y de vidrios, protecciones, habitaciones que reciben luz natural, las más usadas … Cuanto más se utilice una estancia, mayor será el grado de confort necesario y por tanto mayor el acondicionamiento. Podemos establecer unos valores orientativos de confort térmico de 20ºC-22ºC de día y de 15ºC-17ºC de noche en invierno, y de 24ºC-26ºC durante todo el día en verano.

3º Ahorro energético por medios pasivos

Utilizando la energía solar en forma pasiva se puede ahorrar más del 50% de la energía convencional de calefacción. La transferencia de calor en nuestra vivienda se realiza desde el foco caliente al foco frío. Al recibir el calor lo absorbe y lo acumula, al desaparecer el aporte de energía, la vivienda va desprendiendo el calor acumulado. Tanto en verano como en invierno, los principales factores para un correcto acondicionamiento por medios pasivos de nuestra vivienda son la protección o captación solar, y la ventilación, por supuesto con un uso diferente según la estación del año.

Uso en verano: Se debe absorber la menor cantidad posible de calor, y eliminarlo cuando sea posible. Para poder evitar la absorción de calor, es imprescindible proteger nuestra vivienda ante la radiación solar. Estas protecciones pueden ser fijas (marquesinas, voladizos) o móviles (persianas, toldos, contraventanas, cortinas). Lo ideal es proteger la vivienda desde el exterior, ya que las protecciones interiores pueden favorecer el efecto invernadero al permitir que la radiación solar acceda al interior.
– Ventilación efectiva: La temperatura exterior debe ser menor que la interior, para favorecer el flujo del aire por la diferencia térmica producida (en este caso, la ventilación nocturna es la más efectiva). Así mismo, la ventilación cruzada, mediante la apertura de dos huecos enfrentados, es mucho más efectiva que la ventilación simple, en la que el aire entra y sale por el mismo hueco. El aire caliente, además, tiende a subir, por lo que, si disponemos de huecos de ventilación en la parte superior de la vivienda, el efecto chimenea producido por la entrada de aire a un nivel más bajo que la salida favorece el movimiento del aire.

Uso en invierno: La prioridad es absorber calor y evitar que se escape. Las protecciones móviles favorecen el disponer o no de protección dependiendo de la estación. Así, en invierno podrán ser retiradas favoreciendo la incidencia directa de la radiación solar. En este caso se desea provocar el efecto invernadero, mediante el cierre de las carpinterías, para acumular el calor en el interior. Es imprescindible un buen aislamiento de fachada para minimizar las pérdidas. Si la vivienda es antigua, es recomendable colocar aislamiento, aunque sea de forma prefabricada. En el caso de las carpinterías, es aconsejable que sean de calidad, con rotura de puente térmico y burlete que asegure la estanqueidad, y un acristalamiento doble. El 40% de las pérdidas de calor se produce en las carpinterías. Las ventanas que no reciban radiación solar durante el día deberán contar con contraventanas o persianas que aumenten el aislamiento. La ventilación es necesaria por higiene, pero es suficiente 10 minutos al día para renovar el aire de la vivienda.

4º Ahorro energético por medios activos

Refrigeración: Depende casi exclusivamente de la energía eléctrica, aunque actualmente existen algunas alternativas a ésta. Una diferencia de temperatura con el exterior superior a 12ºC no es aconsejable ni energética ni económicamente ni por motivos de salud. Por cada grado que se disminuya la temperatura a partir de 25ºC, se consumirá aproximadamente un 8% más de energía. Es aconsejable desconectar el acondicionador cuando la casa esté vacía, Pocos minutos son suficientes para obtener la temperatura deseada.

Calefacción: Es aconsejable evitar el uso de calefacción eléctrica, excepto la bomba de calor, aunque por supuesto, depende de cada caso particular. El abuso de la calefacción puede ser perjudicial para la salud. Por cada grado que se aumenta la temperatura se consume alrededor de un 7% más de energía. Uno de los principales consejos en cuanto al uso de los radiadores es evitar tapar los aparatos para favorecer la convección. Ante la pregunta de si es mejor calefacción centralizada o individual, la primera es más económica, aporta mayor bienestar pero se tiene un menor control, y la individual es más cara, pero es más controlable. Por tanto, el tipo de calefacción ideal es centralizada con control individualizado de consumo.

Iluminación: La luz natural tiene coste 0, por lo que es fundamental evitar un uso indiscriminado de la iluminación artificial. Las bombillas más utilizadas son las de tipo incandescente, si bien energéticamente son poco eficientes, ya que disipan mucha energía en forma de calor y su duración es corta. Una bombilla de bajo consumo reduce el consumo eléctrico un 80%, y tienen mayor vida útil; su coste es mayor, pero son totalmente amortizables. Y en el caso ideal, para unos valores similares de iluminación, una bombilla led viene a consumir del entorno del 5% del consumo de una bombilla incandescente. En el caso de zonas de lectura o trabajo, siempre será más eficiente usar una luz focal, que requiera menos energía que una iluminación general.

Energías renovables: el ejemplo más extendido es el uso de colectores solares en las cubiertas de los edificios para el uso de agua caliente sanitaria o para calefacción a baja temperatura. Otro caso favorecedor es el empleo de paneles solares fotovoltáicos para generación de energía eléctrica. Ambos casos tienen un periodo de amortización relativamente corto, por lo que la inversión inicial queda compensada con el ahorro que genera. Una actuación significativa en cuanto al uso de energías renovables es la sustitución o adaptación de calderas de carbón a biomasa como combustible, con la ventaja medioambiental de reducir la emisión de contaminantes. Y en el caso de viviendas unifamiliares, la energía geotérmica puede convertirse en una buena alternativa a la climatización, con una modera inversión inicial, rápidamente amortizable.

Agua caliente: la mejor energía es en la que proporciones calor directamente, sin recurrir a su transformación previa en electricidad. El uso de un termo eléctrico puede suponer el doble de coste que el uso de agua calentada mediante energía solar, gasóleo o gas natural. Una temperatura alrededor de los 42ºC es suficiente para la sensación de comodidad. Es aconsejable evitar abrir el agua caliente si se va a usar unos segundos, ya que se obliga a calentar el agua de toda la tubería; en la actualidad este problema puede solucionarse mediante griferías termostáticas. Si el calentador es eléctrico, se puede aprovechar la tarifa nocturna. Por supuesto, lo más aconsejable es el baño por la ducha, ya que el consumo puede reducirse un 70%.

Electrodomésticos: es imprescindible que lleven la etiqueta de consumo de energía, exigiendo una categoría A. En lavadoras y lavavajillas, el 90% de la electricidad consumida es para calentar agua, por lo que se aconseja utilizar agua fría y programas económicos. Siempre deben utilizarse los aparatos a plena carga. El uso de olla exprés puede ahorrar tiempo y hasta la mitad de consumo. Al cocer alimentos, una vez que comience la cocción puede bajarse el fuego al mínimo, la cocción continuará y se reducirá el consumo. Siempre utilizaremos un recipiente mayor que el fuego de cocina, tapándolo para ahorrar hasta un 20% de energía. Evitar un uso irracional de los aparatos siempre que pueda realizarse una tarea de manera que no consuma energía, como las secadoras.

Fuente: Unidad de Investigación sobre Eficiencia Energética en Edificación-CIEMAT